FAMILIA

«Uno no elige a la familia»

¿Quién no oyó, o incluso hizo suyo este dicho tan difundido que dice que «uno no elige a la familia»?

Es algo que en cierto sentido puede resultar bastante «cómodo», pues permite deslindar responsabilidades. Algo así como «¡¿Qué culpa tengo yo, con la familia que me tocó?!» O bien, desde una perspectiva externa, «¡¿Qué quieres que haga la pobre, con la familia que le tocó?!»

Estas expresiones, y otras parecidas, son muy frecuentes.

¿Pero es realmente así? Veamos . . .

Otras perspectivas

Existen otras perspectivas, puntos de vista y creencias diferentes. Podría decirse incluso, que son diametralmente opuestas a aquello de que «uno no elige». Se dice que uno elige explícitamente a su nueva familia. Sería la primera instancia de aprendizaje necesaria para cumplir con el propósito establecido para la vida presente. Desde este lugar, uno es plenamente responsable de su propia vida.

Más allá de que esto sea cierto o no, verdadero o no, científicamente demostrado o no, aquí lo importante es tomar nota que el término «familia» puede adoptar significados muy diferentes.

¿Qué es la familia?

Lo que es la familia podría responderse de muchas maneras diferentes. Como hemos visto, las diferentes culturas y creencias tienen su influencia.

Y también existieron esfuerzos por parte de los investigadores para conocer cuál sería la estructura ideal de una familia. Por caso, Toman, en su libro «Constelaciones Familiares» (1961:170), hace un bosquejo de lo que él entiende que sería la configuración de una ‘familia ideal’.

El Dr. Lucas Derks, al desarrollar el modelo del Panorama Social, evidentemente también se dedicó a investigar este tópico. En su libro «Paisajes Sociales, Familiares y Espirituales» encontramos un capítulo completo dedicado al tema particular de la familia.

En uno de sus subtítulos leemos «6.4. Una familia consiste de todo tipo de personificaciones» (2017: 205).

¿’Personificaciones’? Sí, con ello nos referimos a las imágenes o constructos mentales que nos hacemos de las personas de carne y hueso. Le damos ese nombre en este modelo, precisamente, para distinguir unas de otras.

Interesante

Con lo dicho hasta aquí, esto se pone muy interesante. Por una lado, comenzamos diciendo que «uno no elige» a su familia. Pero luego vimos que hay puntos de vista muy diferentes y que existen esfuerzos para entender mejor lo que es una familia. Y ahora, a ello se agrega un nuevo término:  el de las personificaciones.

Esto último nos hace pensar que hay una familia «externa», «real», de «carne y hueso», y otra que nos armamos o construimos en el espacio de nuestras mentes o espacio mental. Dicho de otro modo, tenemos una familia «real» y una imagen de la misma que  armamos en nuestra mente. Y por lo que sabemos, la que determina la calidad de la relación que tenemos con nuestras familias y con cada uno de sus integrantes, es, justamente, ésta última. La familia «mental», que en general llevamos con nosotros de forma inconsciente en nuestro diario vivir. Solo que estamos tan acostumbrados a operar de esta manera, que confundimos la realidad con nuestra imaginación.

Pero entonces . . .

Pero entonces, eso significa que ya no es tan importante si uno elige a la familia o no. ¡Pasa a ser mucho más importante cómo armamos nuestra familia en nuestras mentes! Lo que hicimos de esa familia de «carne y hueso» en nuestra cabeza, por decirlo de otro modo. Otros dirían, qué clase de película nos hicimos con nuestros familiares.

Los efectos de ello son notorios. Nos comportarnos y nos relacionamos de manera «predecible», pues respondemos (reaccionamos) de forma automática, incontrolable y por tanto inconsciente a ciertos estímulos. En general, del tipo «siempre que sucede A, respondo con B».

Por ejemplo: «Siempre que me piden algo, no sé decir que no» o, «siempre que alguien me mira de cierta forma, me enfado».

Seguramente son situaciones que te resultan familiares. Ya sea porque las has vivido tú mismo/a o bien porque la has observado en alguna otra persona. En cualquier caso, tiene remedio. Sabiendo todo lo que sabemos ahora, de verdad no importa cómo es la familia real. Solo importa cómo te la imaginaste. Y eso solo depende de ti, no de tu familia real.

Por lo tanto, si quieres cambiarlo, puedes. Si quieres cambiar tus respuestas automáticas inconscientes para tener una vida más amena, puedes.

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